sábado, 30 de marzo de 2013

El café pendiente

-"¿Qué le pongo?
- Un cortado y dos cafés pendientes"

Entonces el cliente del bar paga los tres cafés pero se toma sólo uno; el suyo. Tres personas más sentadas en el local dejan también un par de café pendientes. Un poco después, entra una persona cuya apariencia denota que tiene pocos recursos. Pregunta al camarero de aquel bar si hay algún café pendiente. Es su día de suerte: un café calentito le espera en la barra, pagado por adelantado. Se lo toma.

Esta iniciativa está circulando por las redes sociales en distintos idiomas. El texto dice que ya ocurre en varias ciudades aunque comenzó en Nápoles. También explica que esta práctica que poco a poco se va extendiendo se puede llevar a cabo con platos de comida y no sólo con cafés. Invita a las personas a tomar esta iniciativa en serio y hacer prueba de solidaridad con pequeños gestos como este en el bar de la esquina.  Parece una típica cadena  que cualquiera pondría en los Spam de su bandeja de entrada si de un correo se tratase. Aunque posiblemente sea una leyenda, no pasa nada si no se difunde. Nadie será infeliz durante siete años ni Facebook  será de pago por no haber compartido el estatus, como tampoco se acabará el mundo.


Por eso más que una amenaza de maldición, se trata de proponer una iniciativa solidaria que no supone un gran coste, para salir del individualismo en el que estamos sumergidos. Si algo bueno ha generado la crisis económica que atravesamos es un replanteamiento de la sociedad en la que vivimos.
No sé si en la práctica el café pendiente se convertirá en costumbre pero sí que permite reflexionar sobre nuestra conducta de consumo y lo necesitadas que están ciertas personas a nuestro alrededor. Esta persona sin techo podría ser yo. Parece que despertamos y empezamos a identificarnos con los demás.

Aunque suene a utopía, la iniciativa del café pendiente nos reconcilia con el ser humano, nos llena de optimismo y empezamos a pensar que una actitud solidaria no está tan fuera de nuestro alcance. Si no es el café pendiente será otra cosa pero hemos entendido en estos años de crisis sólo podemos contar con nosotros mismos, a falta de liderazgo político y con un socialismo de capa caída que ignora nuestras necesidades y derechos. Nos toca a nosotros pensar en alternativas. Hoy por ti, mañana por mí y ¡ojalá que llueva café en las ciudades!





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