Francia se encuentra en pleno debate sobre transparencia
desde que estallara el “caso Cahuzac”, el recién dimitido ministro de las
finanzas, cuyas cuentas en paraísos fiscales ha descubierto Mediapart. Desde
entonces, Cahuzac ha sido reprendido por los medios, los ciudadanos y sus
compañeros de gobierno. El acusado reconoció (solo una pequeña parte) del
delito en su blog pidiendo al mismo tiempo disculpas públicamente mientras la
oposición pide la dimisión del gobierno de Hollande por fraude y reiteran cada
día su convencimiento de que los miembros del gobierno conocían este hecho,
para ellos, una prueba más de la
inmoralidad de la izquierda. El equipo de Hollande lo niega y el proprio
presidente de la República ha declarado estar “dolido” por la traición de uno
de los suyos.
Justamente quería hablar de la actitud del gobierno de Hollande.
En épocas como esta, no vislumbro ningún programa o líder político capaz de
tomar decisiones contundentes que velen por el bien general, ni siquiera uno
capaz de dar un giro a la situación de asfixio europeo. En ningún país de la
Unión Europea, de hecho. Parece que tanto en Francia como en España contamos
con cúpulas de poder corruptas, fraudulentas, mentirosas, laxas y mediocres. A la hora de llenarse los bolsillos (a estas
alturas, cuentas y sobres también) de dinero público, probablemente no haya diferencias
entre el gobierno francés y el español, pero
sí cambian las reacciones ante el electorado cuando se descubren casos de
corrupción masiva.